¿Qué es la contaminación lumínica?
La contaminación lumínica consiste en el brillo del cielo nocturno producido por la mala calidad del alumbrado de nuestras ciudades. Esto significa que enviamos la luz hacia arriba en vez de enviarla hacia el suelo, donde realmente se necesita.
Dedicándonos a iluminar el cielo no sólo derrochamos nuestro dinero sino que abusamos de los recursos naturales, agredimos el hábitat de animales nocturnos y migratorios, y arrebatamos a nuestros hijos la contemplación del cielo estrellado.
LA BUENA:

LA BUENA:
Es eficiente: la luz se dirige al suelo y a los lados, que es donde se necesita.
La iluminación es uniforme. Se reduce el deslumbramiento. Se puede controlar y dirigir fácilmente. Preserva el cielo oscuro de la noche.
Es más barata: utiliza menos energía porque la aprovecha mejor.

Es poco eficiente. Gran cantidad de luz es enviada al cielo.
Deslumbra. La iluminación es "dura".
Más cara: se necesita más energía porque gran parte de ella se envía a ninguna parte.
LA PEOR:

LA PEOR:
Ilumina poco, pero permite observar muy bien el vuelo de las gaviotas por la noche...
¿Cómo se produce?:
Este tipo de contaminación se debe principalmente al uso de luminarias mal diseñadas, que envían la luz hacia arriba (en especial, de las farolas "tipo globo"), al exceso de potencia, así como a la existencia de horarios inadecuados de iluminación ornamental.
El mal apantallamiento en la iluminación de exteriores hace que, en muchos casos, la luz sea enviada directamente al cielo.
¿Qué consecuencias tiene?:
- Un desperdicio de energía y dinero. Como ejemplo, en las farolas de tipo globo se pierde hacia el cielo más de la mitad de la energía consumida.
- Deslumbramiento de los conductores y personas mayores que va en detrimento de la seguridad vial.
- Contribuir al cambio climático y a la generación de residuos durante la producción de ese exceso de energía (dióxido de carbono, lluvia ácida, sustancias radiactivas, etc)
- Efectos contaminantes ocasionados por residuos tóxicos de las lámparas usadas (especialmente las de vapor de mercurio).
- Alteración en los ciclos de diversas especies animales, principalmente de las aves.
- Pérdida de la visibilidad del cielo nocturno.
Proponiendo leyes de eficiencia energética, ahorraríamos en España unos 250 millones de euros al año, y reduciríamos en 1,5 millones de toneladas la contaminación de CO2 a nuestra atmósfera.
La solución pasa por:
- Adecuar los niveles de iluminación a las recomendaciones internacionales actuales.
- Sustituir progresivamente las lámparas de mercurio por las de sodio (farolas de color naranja), que a igualdad de iluminación contaminan y consumen menos.
- Encender la iluminación de fachadas y monumentos sólo durante ciertas horas. La luz debe ir de arriba abajo, y no al revés.
- Utilizar diseños con pantallas que eviten la dispersión de luz hacia arriba (por ejemplo, opacar la mitad superior de las farolas tipo globo) y evitar aquellos modelos en los que la bombilla sobresalga por debajo de la horizontal.
- Donde sea posible, situar las farolas evitando los obstáculos que, como las ramas de los árboles, impiden la adecuada iluminación de la calle.
- Aprobación de una legislación regional sobre eficiencia y ahorro energético.

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